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¿Te has encontrado alguna vez en una situación de emergencia médica? ¿Has sabido cómo actuar para ayudar a alguien que lo necesitaba?

Saber qué hacer en caso de una urgencia puede salvar vidas.
En esta campaña, te proporcionaremos las herramientas y los conocimientos necesarios para convertirte en un héroe de primeros auxilios.

Aquí encontrarás:

– Información clara y concisa sobre las técnicas básicas de primeros auxilios, como RCP, control de hemorragias, vendajes y tratamiento de lesiones comunes.
– Guías paso a paso ilustradas que te ayudarán a comprender y aplicar correctamente las técnicas de primeros auxilios.
– Consejos para mantener la calma y actuar con eficacia en situaciones de emergencia.
– Recursos adicionales para profundizar en tu conocimiento de los primeros auxilios y convertirte en un proveedor de primeros auxilios certificado.

Recuerda: Saber primeros auxilios te da el poder de marcar la diferencia.
Con las habilidades y el conocimiento adecuados, puedes salvar vidas, prevenir complicaciones y brindar asistencia vital a las personas que lo necesitan.

No esperes a que ocurra una emergencia para aprender a actuar.

Empieza hoy mismo a prepararte para ser un héroe de primeros auxilios.

¡El saber salva vidas!

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Trastornos, Producidos por el Calor

El calor y las altas temperaturas pueden afectar a nuestra salud. Aunque el cuerpo elimina ya mucho calor con el sudor, cuando el sol aprieta y/o la temperatura es elevada, el sistema natural de control de temperatura del cuerpo puede fallar y producirse graves trastornos.

¿Cómo afecta el calor a nuestro cuerpo?
Los seres humanos somos animales de sangre caliente, mantenemos nuestra temperatura corporal alrededor de los 35,8 y los 37,2 °C, para que el organismo funcione con normalidad.

El cuerpo regula su temperatura al compensar la producción y la pérdida de calor con unos mecanismos de termorregulación (radiación, convección, conducción y la evaporación). Cuando estos mecanismos fallan, o no son suficientes para eliminar el calor o cuando actúan durante mucho tiempo, se producen los trastornos por calor: el cuerpo pierde su “equilibrio térmico” porque no puede disipar el calor a un ritmo suficientemente rápido.

Hay varios tipos de trastornos por calor, dependiendo de si se eleva la temperatura corporal o no, y según la cantidad perdida de líquidos y sales. Pudiendo aparecer sarpullido, quemaduras, mareos, dolor de cabeza, calambres, fatiga, etc. Cualquiera de ellos de forma aislada y durante menos de una hora no reviste gravedad, pero nos deben servir de aviso para que la situación no empeore. La gravedad depende de la vulnerabilidad de la persona que lo sufra, siendo el golpe de calor la situación que reviste más gravedad.

Principales trastornos causados por el calor:

  • Sarpullido por calor: grupos de pequeñas ampollas rojas que parecen granitos en la piel, generalmente en la cara, el cuello, el tórax, debajo de las mamas, en el área del pubis y el escroto. Puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más frecuente en niños. Se atribuye a sudoración intensa en días cálidos y húmedos.
  • Edema por calor: edema de miembros inferiores, habitualmente tobillos, que aparece al comienzo de la estación cálida. Se atribuye a vasodilatación periférica inducida por el calor y a la retención de agua y sal.
  • Síncope por calor: breve pérdida de conciencia o hipotensión ortostática. Es común en pacientes con cardiopatías o que toman diuréticos antes de aclimatarse. Se atribuye a deshidratación periférica y disminución del retorno venoso que genera reducción del gasto cardiaco.
  • Calambres: espasmos musculares dolorosos, con mayor frecuencia en las piernas, los brazos o el abdomen, habitualmente durante o después del ejercicio físico sostenido. Se puede atribuir a deshidratación y pérdida de electrolitos por sudoración abundante y fatiga muscular.
  • Agotamiento por calor: los síntomas incluyen sed intensa, debilidad, malestar, irritabilidad, náuseas, dolor de cabeza, ansiedad, mareo y desvanecimiento. La temperatura central puede ser normal, por debajo de lo normal o estar ligeramente elevada (inferior a 40 °C). El pulso es rápido y débil, con hipotensión ortostática y respiración rápida y superficial. No hay alteración del estado mental. Se puede atribuir a la disminución de agua o sal como consecuencia de la exposición a altas temperaturas ambientales o del ejercicio físico extenuante.
  • Golpe de calor: es el trastorno más grave que las altas temperaturas pueden causar, producido por la combinación de una elevada temperatura y humedad ambiental junto con un fracaso de los mecanismos termorreguladores de la persona. Ante un ambiente de calor extremo, el cuerpo puede perder la capacidad de regular la temperatura y llegar a niveles por encima de los 40 grados. En estas condiciones, la sudoración cesa y la piel está seca, caliente y enrojecida y la persona afectada sufre alteraciones del sistema nervioso central (estupor, confusión, delirios, convulsiones…), además de otros síntomas similares a los del agotamiento por calor, como el pulso y la respiración rápidos, dolor de cabeza o las náuseas, y si no se trata, evolucionará hacia un fallo multiorgánico, provocando el coma, e incluso la muerte.

Personas vulnerables frente al calor:

  • Adultos mayores.
  • Personas con enfermedades crónicas, con patología cardiaca, o que toman de forma continua determinados medicamentos susceptibles de agravar los golpes de calor y la deshidratación (consulte a su médico o farmacéutico).
  • Personas con discapacidad física o psíquica.
  • Personas con sobrepeso.
  • Niños y niñas menores de 5 años.
  • Mujeres embarazadas.
  • Trabajadores/as que están al aire libre y expuestos al sol.
  • Turistas que viajan de zonas frías a países cálidos.

Prevención frente al calor:

Usar el sentido común es la mejor manera de prevenir los trastornos por calor. Permanecer en lugares frescos, sin gran actividad física y mantenerse bien hidratado.

  • Permanecer el mayor tiempo posible en interiores, en lugares frescos o climatizados. Si no se dispone de aire acondicionado se pueden usar paños de agua, darse duchas o baños y usar ventilador o abanico. Poner hielo frente al ventilador hace que el aire que mueve sea más fresco. Y si es posible también se puede acudir a lugares públicos bien climatizados. Bajar las persianas de las ventanas expuestas al sol o desplegar los toldos si dispones de ellos.
  • Usar ropa ligera, holgada, con colores claros y confeccionada con un tejido que permita la transpiración, como el algodón. De manga larga si hay gran exposición a radiación solar. Como hacen los beduinos en el desierto.
  • En el exterior permanecer lo máximo posible en la sombra y cuando no sea posible protegerse del sol con crema, gorras, sombreros, sombrillas…
  • No salir en las horas de mayor temperatura (de 12h a 17h).
  • Mantener una buena hidratación. Los líquidos y las sales que se pierden con el sudor pueden reponerse normalmente bebiendo agua, tomando alimentos ligeramente salados y bebidas como las isotónicas, zumo de tomate con sal o caldo frío. Para reponer la cantidad adecuada de líquidos, hay que seguir bebiendo, aunque se haya saciado la sed. Prestar especial atención a las personas enfermas, de edad avanzada y los niños pequeños.
  • Elimina el consumo de bebidas alcohólicas. El alcohol deshidrata porque facilita la eliminación de agua por la orina y aumenta la sudoración. Los refrescos con mucha cantidad de azúcar y las bebidas excitantes como té o café deben reducirse al máximo por el mismo motivo.
  • Evitar comidas copiosas, calientes y/o pesadas. Optar por verdura, sopas frías y fruta.
  • Haz deporte a primera o a última hora del día. La actividad física en un ambiente caluroso se debe evitar. Si se tiene que realizar por motivos laborales, es posible mantener la temperatura corporal en índices casi normales si se siguen los consejos sobre hidratación, refrigeración, protección solar… y realizando descansos periódicos.
  • Los niños (y las mascotas) nunca deben dejarse en lugares cerrados, espacios mal ventilados, como por ejemplo un coche aparcado al sol, ni siquiera unos minutos. Con una temperatura exterior de 35°C, la temperatura del interior de un coche cerrado puede subir de 25 a 50°C en 15 minutos y llegar hasta 60ºC si en el exterior la temperatura es de 39ºC. Un niño que permanezca en esta situación sufrirá un golpe de calor en pocos minutos y fallecerá si no se pone remedio.
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Ictus, Conoce, detecta y actúa rápido

El ictus es un problema de salud pública en España y en todo el mundo afecta a más de 15 millones de personas cada año. Asociado a una elevada mortalidad y discapacidad, trae consigo un enorme sufrimiento y un impacto en todas las esferas de la vida.

Si no se detecta a tiempo, esta enfermedad cerebrovascular, puede provocar graves secuelas físicas y cognitivas. Se estima que la mitad de las personas que sobreviven a un ictus padecen una discapacidad grave y no recuperan su autonomía plena.

Sufrir un ictus puede ser devastador, provocar la muerte o una discapacidad permanente, destrozar la vida del paciente y la de sus seres queridos. Aquellos que superan un accidente cerebrovascular pasan a formar parte de los millones de personas que conviven con los impactos sanitarios, sociales y financieros que esto conlleva.

Las enfermedades vasculares se sitúan como primera causa de muerte en países desarrollados, y de modo creciente en toda la población mundial. En este contexto, destaca la importancia de la enfermedad cardiovascular en mujeres, que supera a la de los hombres, especialmente en el caso de la enfermedad cerebrovascular. De hecho, en nuestro país, el ictus es la primera causa de muerte en las mujeres, que como bien se conoce cuentan con mayor esperanza de vida que los hombres.

Factores biológicos relacionados con las hormonas femeninas, factores genéticos, la prevalencia de hipertensión y fibrilación auricular en la senectud , determinantes sociales de género, sufrir síntomas “menos clásicos o atípicos” y la tardanza en acudir a urgencias hospitalarias por multitud de motivos como, la confusión con los síntomas, la minimización de la importancia de los mismos, dar prioridad a las cargas familiares, o por la dificultad que supone para algunas mujeres que viven solas en edades avanzadas y no disponen de apoyos adecuados para la petición de ayuda,  hacen que la incidencia y las consecuencias sean mayores y más graves en este colectivo.

Los principales factores de riesgo cardiovascular para todas las personas son:

Niveles altos de colesterol (dislipemias), diabetes (tipo I y tipo II), hipertensión arterial, sobrepeso y obesidad, sedentarismo y tabaquismo. Pero, existen factores de riesgo propios de la mujer, los más destacados son los relacionados con el efecto neuroprotector de los estrógenos en las mujeres, siendo el embarazo, el postparto y la menopausia periodos especialmente vulnerables para un aumento del riesgo de ictus.

Las mujeres están de alguna manera resguardadas por su sistema endocrino en edades tempranas ante la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, pues los estrógenos (las hormonas que principalmente producen los ovarios) las «protegen». Por ello, la menopausia supone un punto de inflexión en el sentido de que esta protección endocrina desaparece.

Entre los factores de riesgo que se dan solamente en mujeres estarían: la menstruación temprana, la histerectomía, el síndrome del ovario poliquístico, enfermedades autoinmunes como el lupus y el síndrome antifosfolípido, la preeclampsia y eclampsia, la diabetes gestacional, el parto y menopausia prematuros, conjugar tabaquismo y migrañas y la toma de  pastillas anticonceptivas y otras terapias hormonales, ya que los estrógenos administrados a las mujeres con fines anticonceptivos o para paliar la sintomatología de la menopausia suponen un aumento del riesgo cardiovascular, con mayor incidencia de ictus y trombosis venosas superficiales y profundas.

Respecto a la incidencia de ictus, los hombres presentan con mayor probabilidad ictus isquémico, mientras que las mujeres tienen más riesgo de presentar hemorragias subaracnoideas. En cuanto a los ictus isquémicos, parece que los hombres sufren más ictus aterotrombóticos, mientras que los cardioembólicos son más frecuentes en las mujeres. Ello está en consonancia con que las mujeres presentan menor frecuencia de tabaquismo, consumo de alcohol y estenosis carotídea, pero más hipertensión, dislipidemia y fibrilación auricular.

En cuanto a la sintomatología a la que siempre se hace referencia al hablar de ictus suele ser: pérdida de fuerza o sensibilidad en la cara o extremidades, dificultad repentina para hablar y alteraciones en la visión de un ojo y/o dolor de cabeza intenso.

Pero, en las mujeres puede que se manifiesten solo algunos de estos síntomas o ninguno, lo que puede dar lugar confusión y retraso en el diagnóstico. Esto es debido a que las mujeres suelen tener presentaciones clínicas más atípicas que los hombres y en muchas ocasiones los síntomas expuestos pueden relativizarse provocando que no se busque atención inmediata y que el pronóstico sea menos favorable.

Estos síntomas suelen ser más generalizados y menos clásicos.  Por ejemplo, las mujeres suelen presentar con mayor frecuencia desorientación, debilidad generalizada, alteraciones mentales y alteración de la consciencia. Que no son síntomas típicos de un ictus o no suelen relacionarse con un derrame cerebral. Por otro lado, las mujeres también pueden presentar incontinencia urinaria, síntoma que tampoco se relaciona con el ictus.  A nivel sensorial, las mujeres suelen presentar déficits visuales como diplopía (visión doble) mientras que en los hombres es más frecuente el nistagmo (movimientos involuntarios de los ojos). la disfasia suele ser común en ambos sexos, y se refiere a la alteración de la capacidad comunicativa que sí es un síntoma que solemos relacionar con un ictus.

Estas diferencias en la presentación clínica entre hombres y mujeres contribuyen a que éstas demoren la petición de ayuda, influyendo en el retraso hospitalario para la atención médica, lo que puede suponer un retraso diagnóstico, incluso erróneo y la posibilidad de un tratamiento eficaz.

A medida que se envejece, la mortalidad por ictus aumenta de manera significativa, las mujeres viven hasta edades en las que el riesgo de ictus es mayor. De media, el ictus se presenta en las mujeres 4 años más tarde que en los hombres. Y la esperanza de vida más alta de las mujeres en muchas ocasiones juega en contra en los casos de ictus, ya que medida que éstas envejecen, van adquiriendo mayor riesgo de sufrir un ictus y de no sobrevivir al mismo o sufrir secuelas más graves.

Además, hay que tener en cuenta que los síntomas cardiovasculares suelen aparecer una media de diez años más tarde en mujeres que en hombres, lo que conlleva a que éstas suelan sufrir el ictus a edades mucho más avanzadas que los hombres y es más probable que vivan solas, hecho que incrementa el retraso en la petición y ayuda de atención médica.

Para este conjunto de factores de riesgo específicos se pueden aplicar soluciones preventivas: dejar de fumar, sobre todo si se tienen migrañas; vigilar el nivel de las hormonas tiroideas y de colesterol; controlar la presión arterial antes de tomar anticonceptivos; aplicar un tratamiento adecuado en casos de embarazo con hipertensión y detectar posibles arritmias con las consultas en primaria, especialmente cuando se han superado los 75 años. Así como, aportar sistemas de telemedicina a aquellas personas que vivan en soledad, tengan factores de riesgo y no cuenten con una red de apoyo cercana.

Otros hechos a tener en cuenta en cuanto a la prevalencia y gravedad del ictus respecto a las mujeres serían, el que a ellas se les realizan menos exploraciones diagnosticas en la fase aguda del ictus y son tratadas con menor frecuencia que los hombres con activador tisular del plasminogeno, antiagregantes y anticoagulantes, fármacos claves para el tratamiento del mismo.

Las diferencias en las tasas de activación Código Ictus*, que son inferiores respecto a los hombres, sin olvidarnos de que las mujeres han estado históricamente infrarrepresentadas en los estudios clínicos en general, lo que ha contribuido al infra diagnóstico e infra tratamiento de la mujer en la mayoría de las enfermedades.

  Código Ictus: procedimiento de actuación sanitaria prehospitalaria basado en el reconocimiento precoz de los signos y síntomas de un ictus para la priorización de cuidados y traslado inmediato por parte de los Servicios de Urgencia a un hospital preparado con Unidad de Ictus.

Por otro lado, además de las diferencias biológicas y de la atención sanitaria, desde la perspectiva de género en salud, es importante resaltar el impacto sociocultural que repercute desde siempre en las mujeres. Ya que, a pesar de todos los avances, es evidente que siguen asumiendo una doble jornada (empleo laboral sumado a la responsabilidad principal en cuanto al trabajo de cuidados a mayores o a niños y niñas), lo que en demasiadas ocasiones implica que presten menos atención a su propia salud o consultan más tarde, no identificando síntomas cuando no son típicos o les resten importancia y, tras iniciar tratamientos, suelen descuidar su adherencia terapéutica.

El hecho de que la mujer tarde en acudir a las urgencias hospitalarias y ante cualquier posible signo de alarma, ¡No reaccione a tiempo! conlleva que las secuelas sean muy incapacitantes, produciéndose en muchos de los casos, una repercusión familiar y social muy grave por el rol que la mujer suele desempeñar en su entorno.

Si bien es cierto, para ambos sexos “el tiempo es cerebro “, cuyo significado es claro: cuanto más tiempo se tarde en diagnosticar y tratar correctamente un ictus, más graves serán sus consecuencias.

El tiempo es el factor más trascendental para minimizar los daños cerebrales de un ictus y para responder con la máxima celeridad posible existe el Código Ictus. Ante cualquier sospecha, llama al 112 y Dí Ictus.

Las previsiones indican un aumento de los casos de ictus en Europa de hasta el 34% para 2030. Debido en parte al envejecimiento de la población y al incremento de la incidencia de personas jóvenes en los últimos años. De hecho, un tercio de las personas que sufren un ictus están en edad laboral. Causado por el aumento de la prevalencia de los factores de riesgo de esta enfermedad en estos grupos de edad.

Por otro lado, la buena noticia, es que se estima que el 90% de los ictus podrían evitarse con una adecuada prevención y control de los factores de riesgo vascular:

Hipertensión arterial.

– Diabetes.

– Hipercolesterolemia.

– Obesidad.

– Evitar la vida sedentaria.

– Abandonar el tabaco y el consumo de alcohol y drogas (cocaína, psicoestimulantes y derivados de anfetaminas).

– Y también el control de enfermedades cardíacas previas.

Pero para poder ponerle freno, debemos de ser capaces de conocer los riesgos y actuar frente a los mismos apostando por unos hábitos de vida saludables.

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TEMÁTICAS (próximamente):

  • SINCOPE/LIPOTIMIA
  • RCP
  • ATRAGANTAMIENTOS
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